martes, 31 de agosto de 2010

Adiós a un colaborador

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Hace pocos días se nos ha ido Juan Antonio Albarracín, el querido Pata, colaborador de estas páginas. Su ingenio y su sentido del humor hacían de él un perspicaz recopilador de los frutos de la creatividad popular.

Al pasar nomás, quiero recordar algunos de sus aportes.

Comparaciones: “Chupó hasta ponerse duro como babero de monja”; “Chupaba como libro abierto”; “Quedó duro como gallo al horno”...
Calificaciones: “Ese no sirve ni para pastorear soretes.”

Relatos: el de aquel que copiaba su propia firma de la libreta de enrolamiento “pa’no errarle don, vio”... Y el de cierto galaico prohombre local que descubrió a su hija en un momento álgido, y luego la amonestaba. Cuando la chica quiso alegar “pero si era la puntita nomás, papá”, el hombre le respondió sabiamente “La puntita... ahí está la ponzoña hija, que lo demás es puro lujo.” O bien aquel otro que sostenía que en Villa Intranquila había hecho el amor con “familias enteras”.
Cuando Juan Antonio narraba alguno de estos lances, imitaba magistralmente la voz, el modo de plantarse y los ademanes de los protagonistas.

Y cuando ante uno de sus dichos alguien parecía encocorarse, el Pata adoptaba un aire conciliador y le decía al otro: “Eh... tomalo como de quien viene”.

Era de esos pocos y apreciables seres humanos que son capaces de reírse de sí mismos. Su pierna varias veces operada le daba motivo para chistes. Cuando aparecía algún otro rengo en el lugar de trabajo, lo saludaba cálidamente:

- Hola, Fulano... ¿cuándo tenemos reunión del club?

También se reía de sí mismo a raíz de sus propios lapsus. Nos contaba que en alguna oportunidad se equivocó de velorio. “Y estuve un rato ahí, charlando cualquier boludez, para que no resulte violento. Me sentía raro. Lo miraba al difunto y no se parecía para nada al que yo buscaba.” En otra oportunidad, había ingresado en un cuarto equivocado del hospital. En lugar de su pariente, encontró a un desconocido con la pierna colgada en el aire. “Y quise decir algo para quedar bien... Le digo, qué tal amigo... El tipo me mira y me dice... y cómo quiere que esté”...
Hombre pintón, de esos Albarracines "moros" que describe Sarmiento en Recuerdos de Provincia, el Pata tuvo dotes de artista chispeante.

Pero hay algo que no es broma, y que quiero recordar de él. En un momento de persecución, fue uno de los que me ofreció su ayuda generosa.

Chau, Juan Antonio, querido amigo. Como vos decías humorísticamente, has sido “casi perfecto, cascarria”.
. . .

Vaya y pase...





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El muchacho aquel tenía un sentido clásico de las proporciones. Nada en exceso, como decía el precepto griego. Cuando se enteró de que habían fallecido dos de los integrantes de una familia de Villa Intranquila, meneó la cabeza y concluyó:

- ¡Eh... dos finados! Todavía uno, vaya y pase...

(Relato de ERR)