domingo, 12 de abril de 2009

Doctor, por favor doctor...



Lo cuentan los correntinos de los entrerrianos, para reírse de ellos. Pero nosotros hemos decidido declarar intranquilense honorario al policía del relato. Está escrito en el libro de Rafael Jijena Sánchez “El perro negro”, editado en Buenos Aires por Dolmen, en 1952, pp. 60-61.

“Entre el riquísimo anecdotario popular desprendido del ciclo del lobisón corre un caso que hemos recogido en Corrientes y que consideramos representativo y de valor psicológico:

Llegó un día, a cierto pueblo de Entre Ríos, un médico de la Capital Federal con intenciones de instalar allí su consultorio y ejercer la profesión.

A poco de su arribo, en rueda de vecinos que habían acudido a saludarlo, y como franqueándose, entre otros detalles familiares, llegó a decir que él era el último de siete hermanos, todos varones. Disimularon los presentes la desagradable nueva, y uno tras otro, con distintos motivos, se fueron retirando, aunque sin dejar traslucir al flamante médico su sorpresa y desilusión.

Al día siguiente, la noticia era conocida de todo el pueblo y cundía la alarma entre sus moradores.

Mas, enterado el comisario, y temeroso de que las cosas pasaran a mayores, resolvió establecer una parada policial nocturna en la misma puerta de calle donde moraba el médico. Así demostraría a los vecinos que no tenían nada que temer, al mismo tiempo que daba al médico muestra de una particular deferencia.

El caso es que pasó una noche y otra sin novedad, pero en la tercera, y a eso de las 12, el desconfiado vigilante notó con creciente sorpresa que se acercaba por la calle solitaria un enorme bulto negro. Ya más cerca, advirtió que se trataba de un perro negro; y sospechando que fuera el lobisón, haciendo coraje, con el revólver en la mano, dicen que comenzó a tartamudear diciendo, mientras le apuntaba al perro:

- Doctor, por favor, doctor, no me comprometa…



1 comentario:

Anónimo dijo...

Ja, ja, buenísimo...