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Se llevaba a cabo el velatorio de uno de los innumerables integrantes de la familia Albizúa. Hemos descripto esta clase de velatorios en otro artículo (ver: "Que se besen los novios!"). Una considerable cantidad de parientes se juntaba para despedir al finado, y de paso para realizar las presentaciones de los niños nacidos en el intervalo con algún encuentro anterior, comentarse las novedades de la hacienda y el estado de los campos, y demás temas de interés común.
Esta vez el velorio acaeció a los pocos días de una lluvia que le vino muy bien a los campos de la zona. Los deudos, acodados sobre el féretro, se comentaban por encima del fallecido los milimetrajes que habían beneficiado sus establecimientos.
- Allá en el lote 13 cayeron 25 - decía uno.
- Pero a mí me cayeron 15 nomás - informaba otro.
Y terció uno en la charla, señalando al muerto con la barbilla:
- El que la pegó fue este. En el campo de él cayeron como 40...
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(El Mulá agradece a Eduardo López la narración de este magnífico cuento).
1 comentario:
No podés...
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