sábado, 14 de noviembre de 2009

¡Tiene que ir al Senasa!


...

Frente a Villa Intranquila, río por medio, se encuentra la pintoresca población de El Ladillal. Por pertenecer a otra provincia, El Ladillal tiene su propia municipalidad. A pesar de nuestra pertenencia intranquilense, debemos reconocer que el municipio de allá cuenta con un hermoso edificio, casi más lindo que el de acá. Eso sí, es fácil perderse ahí, no por el tamaño de la construcción sino por su tortuoso diseño con pasillos curvos. Ni que los planos los hubiera hecho Edgar Allan Poe.

Pero en fin, el hombre había logrado llegar a la oficina donde se expiden las guías de campaña para transportar vacunos. Lo atendió la empleada, una mujer que lleva años en la administración municipal.

Una vez que pagó el arancel, el individuo estaba dándole a ella los detalles de la transacción. Tantas vacas, marca tal, transporte Fulano, destino General Cerri, etc. La empleada le pidió un certificado de no sé qué.

- No, no lo tengo. Me lo dan ustedes… - aventuró el solicitante.
- Ah… nooo… ¡eso lo tiene que pedir en el Senasa! – respondió la empleada, refiriéndose al servicio nacional de sanidad animal.

Levantó el hombre los brazos al cielo, pensando hasta dónde tendría que ir ahora.

- ¿Y dónde queda el Senasa? –

La mujer señaló vagamente. Después se levantó de la silla que estaba ocupando, fue hasta el escritorio de al lado y se sentó en otra:

- Acá.
Narrado por Eugenio Rodríguez Reig.

No hay comentarios: