sábado, 3 de abril de 2010

Cómo se cura un terremoto

Una imagen del célebre y tremendo sismo de Caucete.




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Los sismos son curables, claro que sí. Y eso se descubrió aquí, en este humilde pueblito.

El Dr. Carlos Pellegero, conocido como “Carlitos” fue un entrañable personaje de Villa Intranquila. Doctorado en Química, por suerte nunca se dedicó al trabajo de laboratorio, porque su carácter distraído hubiera ocasionado más de una tragedia. Se dedicó en cambio a la docencia en el colegio secundario. Estaba casado con una dama que padecía cierta insuficiencia auditiva. Era sorda como una tapia.

Carlitos tenía una marcada propensión a la literatura oral del género fantástico. Sostenía a pie juntillas, en la sala de profesores, que las gallinas del Poli Cepeda eran tan especiales, que ponían dos huevos seguidos. También que el Poli (primo al que él admiraba) tenía en su campo un perro pastor que contaba las ovejas, y sabía cuando le faltaba alguna. Con ocasión de una granizada, insistió en que había recogido en su patio una piedra “del tamaño de un pomelo, tal cual. La guardé en el congelador de la heladera.”

El 23 de noviembre de 1977, poco antes de las seis y media de la mañana, Villa Intranquila se conmovió. En momentos en que este cronista estaba preparando los primeros mates del día, sintió que la mesada de la cocina se movía literalmente como una ola bajo su mano.

Una hora después, cuando llegábamos al colegio, ya circulaba la infausta noticia del tremendo terremoto de Caucete, en San Juan. La onda telúrica se había percibido notablemente hasta en un lugar tan remoto como la Villa.

Ese día, Carlitos no vino al colegio.

A la mañana siguiente, nos comentó el motivo de su ausencia:

“Resulta que yo me había levantado temprano para ver la huerta. Estaba mirando las habas macho y tomando un té, y de pronto sentí que la tierra se movía. Entré en casa y le comenté a mi señora: “Sentiste algo, Fulanita?” Ella me miró extrañada, me hizo tomar un purgante, me puso una gorrita de lana y me metió en la cama. No pude convencerla de que la tierra verdaderamente se había movido."
Seguramente, si llegaba a acaecer otro sismo, Carlitos iba a cuidarse mucho de sentir el movimiento.
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(Fuentes: Delly Barrionuevo; recuerdo personal del cronista; Barico Rodríguez.)
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