martes, 13 de enero de 2009

Dos perlas de la sabiduría popular.

Esquina de Alem y J.B.Justo: local donde funcionó el mercadito y carnicería de Ramón Ustáriz. Es una hermosa construcción de ladrillo a la vista, erigida en la década de 1930.

Dos perlas de la sabiduría popular

Los intranquilenses repiten una y otra vez estas dos frases. Se las atribuye a dos personajes locales, y se dan someras señales acerca de la ocasión en que fueron pronunciadas.

Algo más que el azar ha grabado tan marcadamente estas dos frases en la memoria popular. Una, “Me dijiste dijo Ustáriz” podría estar en las colecciones del memorable Mulá Nasreddin. La otra “No se puede confiar ni en uno mismo” es filosofía pura. El problema es su carácter maloliente – pero enuncia una verdad humana cuya vigencia todos hemos experimentado alguna vez.


Me dijiste, dijo Ustáriz

Dicen que Ramón Ustáriz, propietario de una carnicería y mercadito, y protagonista de muchos cuentos locales, había ido después del almuerzo a la Cancha de Pelota, a departir con los amigos, quizás jugar una manito de más y menos, tomarse un anís. En eso estaba cuando apareció un pibe corriendo desalado para avisarle, con la respiración entrecortada:

-Don Ramón, se le prendió fuego la carnicería!

A lo que don Ramón, con aspecto de suficiencia, respondió

-Ja, me dijiste… Tengo la llave en el bolsillo.

En el habla popular ha quedado la frase “me dijiste, dijo Ustáriz” para referirse a una situación que alguien da por segura, pero que no lo es.



No se puede confiar ni en uno mismo

Lo escatológico se vuelve filosófico en este dicho. Se le atribuye al viejo D., un inmigrante italiano que vivió en Villa Mitre, y ha dejado una descendencia laboriosa y destacada. Lo citaré nomás como viene, porque es imposible edulcorarlo - ni desodorizarlo:

- No se puede confiar ni en uno mismo, dijo el viejo D – había querido tirarse un pedo y se había cagado encima.


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