sábado, 14 de febrero de 2009

¡No se c... señor Intendente! Los 10 toques de sirena.

El cuartel de bomberos. Arriba, a la izquierda, las bocinas de la sirena.

¡No se c..., señor Intendente!

La historia es tan verídica que parece un cuento. Y por si sola es un sarcasmo contra el militarismo y el autoritarismo.

La frase idiomática “al toque” significa “de inmediato”. Pero en Villa Intranquila supo indicar todo lo contrario.

Fue en 1978, año de infausta memoria. Se había formado una Comisión de notables convocada por el gobierno municipal, por orden del provincial, a fin de prever medidas de defensa en caso de un ataque por aviones chilenos. Hoy parece increíble, pero entonces se agitaba el fantasma de una guerra con Chile, generando así un estado de miedo y alarma en los pueblos de la Patagonia.

(Tampoco parece creíble, pero por cierto se expulsó a pobladores chilenos, luego de “operativos” de inspección policial casa por casa, por ser “indocumentados”.)

Se decía que Villa Intranquila iba a ser un objetivo de bombardeos desde el aire, porque los adversarios iban a querer destruir los puentes sobre el río Colorado.

La Comisión sesionaba en la Municipalidad. Siguiendo las instrucciones recibidas desde Viedma, el intendente propuso establecer un código a seguir por parte de la sirena de los bomberos; de ese modo, al oir determinada cantidad de toques, los vecinos sabrían que se venía un ataque aéreo, e iban a proceder en consecuencia.

Todos estuvieron de acuerdo. La cosa fue cuando hubo que establecer cuántos toques iban a ser necesarios. El jefe de Bomberos se tironeó de la chaquetilla con dorados, carraspeó y, sabiendo que ocupaba el centro de la atención, pasó a explicar con tono de solvencia:

- El código vigente y que tenemos que respetar es: un toque, prueba de sirena. Dos toques, convocatoria al cuartel. Tres toques, fuego en centro de la localidad. Cuatro toques, fuego en zona suburbana. Cinco toques, pastizal. Seis toques accidente en ruta. Siete toques, accidente en camino a la Colonia. Ocho toques…

Etc., etc. Para cuando llegó el turno de “ataque aéreo”, resultó que el aviso tendría que ser al décimo toque. Como la sirena es algo lenta, esto suponía por lo menos unos quince minutos a partir del principio.

- Al décimo toque? – musitó el intendente.

El comisario expresó sus dudas con más rudeza:

- No se c…, señor Intendente…! Pa' cuando llegue el toque número diez, no vamos a tener ni dedos con que seguir contando…

Felizmente no prevaleció la estupidez que parecía imponerse a ambos lados de la frontera, y no hubo ocasión de comprobar la eficacia del aviso "al toque".

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