lunes, 3 de agosto de 2009

Más exageraciones: las del Pólvora Curtis, y algunas otras de don Valdés

Un producto muy conocido hasta los años '40: la pólvora Curtis FFF.

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Queda dicho que la exageración es un género destacado de la literatura oral, intranquilense o de donde fuere. A veces roza con el apólogo; otras veces linda con la farsa.

Hemos mencionado las exageraciones de don Antonio Valdés. Está lejos de agotarse la producción de este autor oral.

“Venían los loros a jorobar en el cerezo. Las mejores cerezas se las comían ellos. Así que un día me cansé, fabriqué un pega pega, receta secreta mía. Y le puse nomás en las ramas del árbol. A la mañana, no va y escucho un barullo… salgo al patio y veo que un montón de loros se habían quedado pegaos al árbol. Cuando me ven, se espantan… y no va que levantan vuelo todos, llevándose el árbol, che.”

Con este don Valdés pasa como con el Mulá: un cuento trae otro, y es difícil hacer una pausa.

“Tengo la tomatera, vio. Y salen grandeciiitos los tomates. A veces viene una nena de los vecinos a querer comprarme un kilo… pero qué voy a hacer, no me voy a poner a cortar un tomate por la mitad. Me lo hacen de pura picardía, yo me doy cuenta. Pero en fin… le doy el tomate entero y listo.”

Los exagerados compiten entre ellos, a ver quién agranda más la nota. Esta vez se incorpora a la competencia el Pólvora Curtis, nativo de Pringles o por ahí, pero naturalizado intranquilense por gestión de don Andrés Martínez, que nos transmitió sus relatos.

El Pólvora Curtis se llamaba en realidad Francisco Félix Feraud. La pólvora fabricada por Curtis y Harvey, importada de Inglaterra, se caracterizaba porque en su lata mostraba la cantidad de letras F que calificaban la finura de la molienda. La 3 F era la más utilizada, un producto bastante fino.

Este hombre apellidaba así, Feraud, como el atrabiliario personaje del inmortal cuento de los duelistas escrito por Joseph Conrad. La vida imita a la literatura; este Feraud era tan cascarrabias y mal llevado como el personaje del cuento.

Pero mejor, en vez de tanto chismerío, escuchémoslo. Vamos al artículo siguiente.
(Exageraciones de don Valdés, narradas por Eduardo López. ¡Gracias!)

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