miércoles, 3 de diciembre de 2008

El Monumento al Broche

(En la foto, el Monumento al Broche con el busto de C.M. de Alvear)

En relación con los monumentos y las evocaciones históricas, hay más de un episodio disparatado en Villa Intranquila y sus adyacencias. Parece que la oficialización del recuerdo, con toda la cría de fastos y héroes para cumplir con los rituales, muestra en los lugares chicos su lado artificioso, del modo más risueño.

Por caso el reciente suceso de Sierra Grande, no muy lejos de esta Villa. Allí tenían, en la Biblioteca Popular, el busto del el descubridor del yacimiento ferrífero y promotor de la explotación nacional del mismo, Luis Reinero Novillo. Pero cuando el año pasado las hijas del prócer local visitaron el lugar, se pasmaron al ver a ese desconocido señor: - Pero… ¡ese no es papáaa...!

Habrá quien recuerde el busto de Raúl Alfonsín en la Casa Rosada, que se parece a Stalin; o la divertida historia del retrato del coronel Estomba, uno de los alegados fundadores de Bahía Blanca – retrato que se comprobó era una copia del de un mariscal de Napoleón.

Para que se vea que estas situaciones no sólo se dan en los pueblos, hemos ofrecido en esta misma sección un recordatorio de la Estatua con Calzoncillo existente en Viedma. Y nos comprometemos a hacer memoria próximamente del trajinado busto de San Martín en la plaza homónima de esta Villa.

Pero este post está destinado a exaltar el Monumento al Broche.

Parece que en la pintoresca localidad hermana de La Adela (a la que pertenece la Plaza Potpourri ya exhibida en otras fotos de este blog), alguien decidió que el busto del prócer que preside la Avenida del Libertador debía ser realzado. Entonces, con dudoso gusto, zamparon ese busto de bronce neoclásico sobre unas vigas de cemento brutalista de forma particular. Esta forma hizo que el ingenio popular de los adelenses bautizara el engendro como “El Monumento al Broche”.

Para más inri, lamentamos observar que la estatua de marras no es de don José de San Martín (el Libertador a que se refiere el nombre de la Avenida), sino de Carlos María de Alvear. Desde ya que eran amigos, como dijo Maccarone, pero… (tampoco fueron siempre tan amigos, bah).

Imagino que en alguna proveeduría de estatuas de Buenos Aires estaban en liquidación los bustos de Alvear, escasamente solicitados… O bien le habían quedado de clavo al taller, y decidieron enviarlo a algún lugar remoto, donde podía pasar inadvertida la engañifa… Ahora la cosa es, como con el cuadro de Bahía Blanca, qué hacemos con el busto? El de Alvear, naturalmente. Habrá que consultar qué hicieron en Sierra Grande.

Y ay, lo que va a ser el día en que afear una ciudad, villa o aldea constituya delito punible… Saturación en los juzgados.

1 comentario:

Qbits dijo...

Se ve que el albañil estaba un poco apurado con la construcción del monumento -digo, no se esmeró demasiado en disimular las tablas que dieron la forma, le faltó un poco de "revoque fino", ver la foto a tamaño normal, no miniatura- pero, y para completarlo, quiero ver cuando al ñato le encajen el plafond en el marote (ver previsión de la "caja" para la luz), si ponen la luz "encima" del busto juntará bichos de los lindo y, si ponen la luz detrás de la cabeza, quiero una foto de la fantasmagoría cuando sea noche cerrada y la luz esté encendida.
Cerca de la ciudad donde vivo, existe (producto del delirio místico de un ex-gobernador y de la dilapidación de recursos que provocó/promovió) el monumento a la biblia, la próxima vez que ande por aquella ciudad prometo fotos de la misma, que tranquilamente podría ser el monumento a "La isla del tesoro" porque a los ojos del "artista" al que fue encomendado el monumento, un libro y otro en nada difieren. Hubiera resultado más interesante el monumento al libro, pero no, fue a la biblia... y lo pagamos todos con nuestros impuestos.