Sede céntrica del Club Atlético
Los de afuera… son de afuera
Algunas veces se escucha esta frase en Villa Intranquila. No siempre el que la pronuncia cita, como debiera, al presunto autor de ella. La expresión completa debiera ser “Los de afuera son de afuera, dijo Del Riego.” Vaya uno a saber si esto ocurrió; pero así lo cuentan.
Juan Francisco del Riego, un tipazo, vino a vivir a la Villa desde la provincia de Buenos Aires. Solía bromear con el nombre de su lugar de origen. Cuando le tomaban los datos para algún trámite y le preguntaban:
- Nacido en…
- América.-
Ante el desconcierto del interlocutor, aclaraba con una sonrisa: “Rivadavia, estación América, provincia de Buenos Aires.”
Durante años don Francisco estuvo en la Comisión Directiva del Club Atlético. Ocupó dignamente la presidencia de “los verdes”. Su capacidad comercial, adquirida en su negocio de forrajes, y su seriedad, lo habilitaban para administrar correctamente el club.
Eso sí, el hombre solía ponerse nervioso. Y en momentos de tensión, trastabillaba en sus dichos.
En una ocasión en que el equipo de fútbol del Club jugaba contra otro venido del Valle Medio, la hinchada visitante comenzó a alborotar, y se produjo la consiguiente trifulca. En medio del cruce de denuestos, el revoleo de manos, alguna trompada y algún bastón policial, se lo escuchó a don Francisco, que contagiado por el clima de nerviosismo intentaba poner en su lugar a los turbulentos foráneos:
- Los de afuera… los de afuera son de afuera. Y…y… se van a la misma misma.
(De circulación general. Narrado por Orlando Piccirillo.)
Algunas veces se escucha esta frase en Villa Intranquila. No siempre el que la pronuncia cita, como debiera, al presunto autor de ella. La expresión completa debiera ser “Los de afuera son de afuera, dijo Del Riego.” Vaya uno a saber si esto ocurrió; pero así lo cuentan.
Juan Francisco del Riego, un tipazo, vino a vivir a la Villa desde la provincia de Buenos Aires. Solía bromear con el nombre de su lugar de origen. Cuando le tomaban los datos para algún trámite y le preguntaban:
- Nacido en…
- América.-
Ante el desconcierto del interlocutor, aclaraba con una sonrisa: “Rivadavia, estación América, provincia de Buenos Aires.”
Durante años don Francisco estuvo en la Comisión Directiva del Club Atlético. Ocupó dignamente la presidencia de “los verdes”. Su capacidad comercial, adquirida en su negocio de forrajes, y su seriedad, lo habilitaban para administrar correctamente el club.
Eso sí, el hombre solía ponerse nervioso. Y en momentos de tensión, trastabillaba en sus dichos.
En una ocasión en que el equipo de fútbol del Club jugaba contra otro venido del Valle Medio, la hinchada visitante comenzó a alborotar, y se produjo la consiguiente trifulca. En medio del cruce de denuestos, el revoleo de manos, alguna trompada y algún bastón policial, se lo escuchó a don Francisco, que contagiado por el clima de nerviosismo intentaba poner en su lugar a los turbulentos foráneos:
- Los de afuera… los de afuera son de afuera. Y…y… se van a la misma misma.
(De circulación general. Narrado por Orlando Piccirillo.)
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