viernes, 26 de septiembre de 2008

Relatividad del tiempo y actualidad del deseo

Cruzando las vías (foto de Nani Prieto)


En Villa Intranquila hubo un vecino que ya en los años 30 tenía muy en claro eso de la relatividad del tiempo. Según los dichos, era un señor Camiletti.

Se había casado, y junto a su flamante esposa tenía que esperar la llegada del tren que los iba a llevar a Buenos Aires. Este iba a llegar a la madrugada, de modo que la pareja ocupó una habitación en el Hotel para esperar el momento de embarcarse. Faltarían dos o tres horas para que llegara ese momento.

Lo que no sabían los recién casados era que, a través de una claraboya abierta, varios amigos y conocidos que tomaban su copita nocturna en el bar del hotel, escuchaban el nervioso diálogo. Para mejor entender el relato, señalemos que ya había pasado la hora 24. Técnicamente, podía afirmarse que había empezado otro día.

(Él) – Y dale, vámonos a la cama…
(Ella) – Ay no, todavía no, mejor mañana…
(Él) - Pero querida, ¡mañana es hoy!

(Contado por Juan Villalba).

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