En este bolichito
Cacho Irigoyen era un excelente mecánico, tan puntilloso y capaz, como quisquilloso.
Era propietario y responsable de un taller muy bien puesto, algunas de cuyas maquinarias y aparejos había inventado él mismo. Siempre le sobraba trabajo, porque era totalmente confiable y dejaba los motores afinados como violines. Sin embargo, jamás se lo vio con el mameluco sucio; y su banco de trabajo parecía un quirófano, por lo inmaculado y ordenado. Administraba además un comercio de venta de repuestos, que a pesar de ocupar poco espacio estaba saturado de estantes prolijamente ordenados, que llegaban hasta el techo, con cientos de artículos. El local de venta estaba junto al taller.
Dije “quisquilloso”: oigamos la anécdota, a ver si es merecido el calificativo.
Un par de viajantes de comercio se había quedado varado en Villa Intranquila; a su auto se le había roto algo, y andaban buscando el repuesto. La marca del auto no era de las más usuales, así que la pieza faltante resultaba difícil de conseguir. Fueron a uno o dos negocios, sin éxito. En una de las vueltas que estaban dando, llegaron hasta la cercanía del local de Cacho. Uno de ellos le comentó al otro:
- Che, y si preguntamos en este bolichito de mierda?
- Bueno, dale.
No se percataron de que el propietario, que en ese momento trabajaba con el portón abierto en el taller contiguo, los había escuchado.
Entraron los dos al comercio, pidieron el repuesto. Cacho buscó en las estanterías. Casi inmediatamente ubicó lo que andaban buscando los viajantes. Lo bajó del estante, lo apoyó sobre el mostrador y se irguió para decir:
- Sí, acá lo tengo… - y cuando ya los forasteros empezaban a alegrarse, completó:
- Pero en este bolichito de mierda no le vendemos a gente mal educada.
(Narrado por un amigo del protagonista.)
ESTE ES UN BLOG ABANDONADO, PERO...
Hace 3 años
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